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Nuestro entorno, la Vega de Granada

Nuestro entorno, la Vega de Granada

Al amanecer el sol acaricia nuestra piel tras escalar las cumbres de Sierra Nevada.

Nuestro vergel se encuentra en el término municipal de Granada, limitando con los términos de los pueblos de Santa Fe y Vegas del Genil. Nuestro entorno está definido por la Vega, esta se caracteriza por su extensa llanura, en la que emerge como una isla, Sierra Elvira, un relieve montañoso que se acompaña en el paisaje de otros de mayor envergadura que la rodean y donde nacen los ríos que la alimentan con sus aguas, Sierra Nevada, Sierra de Huétor y Sierra de la Alfaguara (manantial de agua).

Con el desarrollo urbanístico desde los años sesenta ha ido cambiando su paisaje y ha perdido mucho de su fértil suelo en favor de la voraz y especuladora avaricia de unos pocos y la miopía política de los gobiernos surgidos en estos tiempos.

En el paisaje que nos encontramos al pasear hoy por esta llanura, no es difícil reconocer restos de antiguos cortijos o ingenios de la industrialización emprendida en torno a la remolacha en la primera mitad del siglo xx, las azucareras, de las que destacan sus gigantescas chimeneas, así como las construcciones destinadas al secado del tabaco. Alfalfa, maíz, espárragos y alamedas son algunos de los cultivos extensivos más frecuentes en nuestros días, acompañados en ocasiones de huertos hortícolas, muchos de ellos labrados para proveer a la población local, siendo aún incipiente la tan necesaria transformación de nuestra industria agrícola y alimentaria en su tránsito a una economía de cercanía y medioambientalmente ecológica.

En esta vega granadina, en la población de Fuente Vaqueros, un 5 de junio de 1898 nació Federico García Lorca, el poeta más universal y querido de nuestra tierra.

«Amo la tierra. Me siento ligado a ella en todas mis emociones. Mis más lejanos recuerdos de niño tienen sabor a tierra«, decía Federico García Lorca a José R. Luna en una entrevista de 1934.

«Cuando yo era niño vivía en un pueblecito muy callado y oloroso de la vega de Granada. Todo lo que en él ocurría y todos sus sentires pasan hoy por mí, velados por la nostalgia de la niñez y por el tiempo«.

Así evocaba la experiencia infantil vivida en el paisaje de la vega granadina.

El agua que corre o que no desemboca, las cigarras y las alamedas, las acequias y las canciones, los pozos y los caballos son algunas de las imágenes recurrentes de un paisaje que descarta la limitación de quedarse en el pintoresquismo local para lograr en su poesía una dimensión universal e intemporal que transita por las bibliotecas de todo el planeta.

Campo

El cielo es de ceniza.

Los árboles son blancos,
y son negros carbones
los rastrojos quemados.

Tiene sangre reseca
la herida del Ocaso,
y el papel incoloro
del monte está arrugado.

El polvo del camino
se esconde en los barrancos,
están las fuentes turbias
y quietos los remansos.

Suena en un gris rojizo
la esquila del rebaño,
y la noria materna
acabó su rosario.

El cielo es de ceniza,
los árboles son blancos.

Federico García Lorca.

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